miércoles, octubre 20, 2010

Una pizca de amor y humildad en el Día del Cocinero

Se escucha el peltre sonando en el fondo,
una cuchara se cayó,
esa es mi abuela preparándole el café a Bartolo,
segurito que ya se levantó pa’ alistarse pa’ ir a la casa que está construyendo,
allá en el empedrao, de donde son todos los viejos.

Si, esos son los pasos de Bartolo, mi abuelo,
listo pa’ tomarse su café y a esperar la avena,
seguro abuela Noemí ya se la tiene lista, se levanta a las cuatro de la mañana,
le prepara todo, nadie se da cuenta de nada,
pero hasta el almuerzo comienza a oler.

Umm, que sabroso huelen esas arepas, pero el sueño no me deja levantar,
esperaré hasta que salga el sol y me como dos, con café con leche y queso,
qué hará de almuerzo? Es que ya los olores me cargan loco,
no sé ni cual es el del desayuno, ni cual el del almuerzo,
lo cierto es que Noemí, mi abuela, siempre se las ingenia pa’ hacer lo que sea.

Mejor me levanto ya, antes de que se vaya mi abuelo…
así le pido la bendición
y le pido que me traiga cualquier cosa de la tiendita cuando regrese,
seguro que mi mamá ya está despierta, aprendiendo de mi abuela,
esa también cocina bueno, yo creo que salí a ella…
o a mi abuelo o a mi abuela…

No sé, tengo algo de todos, lo cierto es que, de mano en mano fue pasando esa pizca de sabor, esa pizca de cariño, ese punto exacto en el que nos gusta dejar las cosas, todo bien hecho, para nosotros y para todo el que prueba lo que hacemos. De mis abuelos a mi madre, de mi madre a mí y de mí a mis hijos y de mis hijos no lo sé, pero seguro algo queda.

Celebremos este Día del Cocinero con humildad, como la de nuestros viejos, que cocinaban con amor para ellos y para todos, lo que interesaba era la sonrisa y la satisfacción del deber cumplido.

PD: Nunca conocí a mis abuelos, pero siempre imaginé que eso pasaba, mi madre así me lo contaba.

Feliz Día a todos mis colegas. Y que suenen los sartenes siempre…

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